Despidan en mí a un tiempo del Perú cuyas raíces estarán siempre chupando jugo de la tierra para alimentar a los que viven en nuestra patria, en la que cualquier hombre no engrilletado y embrutecido por el egoísmo puede vivir, feliz, todas las patrias.
José María Arguedas

enero 23, 2010

La leyenda del Tuytunki

Pareamos la leyenda con el Carnaval de Tambobamba. Cobra así pleno sentido la canción, de drama hasta ahora tan misterioso, más aún cuando se la canta en carnavales. También es conocida como Wiphala, una de las preferidas de JM Arguedas. VHVC


En las alturas de Cotabambas [1] vivía una hermosa campesina de la que estaban enamorados muchos jóvenes, hasta los de las comunidades vecinas. La pasña les propone una competencia de charango, para elegir al mejor. Un maqta toca una muy hermosa melodía llamada tuytunki [2] que deja prendada a la joven pasña. Lo elige para pretendiente y le propone tres pruebas para aceptarlo. La primera es subir un cerro y encontrar el paso hacia el valle colindante. La segunda, esperar en la plaza del pueblo de ese valle la noche de luna llena y dejarse conducir por un cóndor a la tercera prueba: cruzar una extensa laguna a caballo [3] cantando y tocando el tuytunki en su charango. Pasa las primeras pruebas sin dificultad y -en pleno vuelo- el cóndor le dice: "toma una de mis plumas. Cuando tengas dificultades al cruzar, escribe con la pluma [4] el nombre de tu amada. Así te salvarás de ser devorado por las aguas." Agradece el maqta, pero cuando en pleno cruce del lago un gran remolino lo envuelve, en su afán de nadar hacia la orilla olvida escribir el nombre de la amada con la pluma del cóndor. Arrastrado por las aguas, llega el joven al fondo de la laguna y encuentra una aldea sumergida [5]. Para su sorpresa, el jefe de esta aldea es el padre de su amada. Se entera de que ella vive en tierra cumpliendo un castigo. El charanguista suplica al padre que le permita encontrarse con su hija. Ante la persistente negativa, decide tocar día y noche el tuytunki.
La música convence al padre. Desde entonces, en noches de luna llena, se escucha el charango en las alturas de la laguna, cada vez que los amantes se encuentran.

Wiphala [6]

Tambobambino maqtatasDizque a un joven tambobambinoyawar-mayu apamun.el turbión del río lo arrastra.Tambobambino maqtatasDizque a un joven tambobambinoyawar unu apamun.el agua sangrienta lo arrastra.Tinyachallanñas tuytuchkan [7].Dizq' ya sólo su tamborcito está flotandoQinachallanñas tuytuchkan.Dizq' ya sólo su quenita está flotando.Birretellanñas tuytuchkan.Dizq' ya sólo su birrete está flotando.Charangollanñas tuytuchkan.Dizq' ya sólo su charango está flotando.
Coro:Wifalitay, wifala/ wífala, wífala, wífala/wifalalayla wifala/wifalitay wifala!
Kuyakusqan pasñariY con su amada pasñawaqayllañas waqasyan * está ya sólo llorando.wayllukusqan pasñariY con su querida pasñallakiyllañas llakisyan.está ya sólo sufriendo.Ponchitollanta qawaspa.Se contempla sólo su ponchito.charangollanta qawaspaSe contempla sólo su charango.Qinachallanta rikuspaSe ve sólo su quenitaTinyachallanta rikuspaSe ve sólo su taborcito.
Coro:Wifalitay, wifala / wífala, wífala, rífala / wifalalayla wifala / wifalitay wifala.
Kunturllanñas muyusyanDizq' ya sólo el cóndor está girandotambobambino maskaspa (bis)en busca del tambobambino.Mana punis tarinchu.Dizq' no lo encuentraYawar-mayus chinkachinse pierde en el turbión del ríoMana punis tarinchuDizq' no lo encuentraYawar unus apakundizq' lo trae el agua de sangre.
Coro:Wifalitay, wifala/ wífala, wífala, wífala / wifalalayla wifala / wifalitay wifala!.

***
[1] Versión sobre la recopilación de Gloria Avendaño en la revista Wifala, Cuzco 1981.
[2] Tuytuy, ‘flotar, mecer’. Tuytunki, ‘flotas, te meces’.
[3] El caballo desaparece. En el Orlando furioso de Ariosto se cruza los aires sobre un caballo-águila: el hipogrifo.
[4] Interesa la ‘vigencia’ de la pluma, es decir de la escritura, reforzada por la contigüidad del emplumado cóndor. Así se refuerza la simbología del poder y la jerarquía.
[5] La aldea sumergida es recurrente y una constante de los relatos andinos (cf. Morote Best).
[6] La leyenda de Cotabambas da trasfondo a la grabación del carnaval de Tambobamba, hecha por José María Arguedas en San Miguel de Maranga por el año 1965, de cuya traducción soy responsable.
[7] El cambio del gerundio ayacuchano –chk- al cuzqueño *–sy- indica que el texto oral pertenece al límite dialectal que corresponde a Andahuaylas.

enero 20, 2010

Mallki-kunan yakil-kuna hinallam
(árboles dcomo ángeles)

Tú también eres, oh palma,
en este suelo extranjera...
Abdurrahman de Córdoba

Desde los antediluvianos y enormes secuoyas alanceados por veloces autopistas en la polvorienta California de fray Junípero Serra, hasta el humilde sauce que saluda el aire de mi jardín, siempre me han seducido los árboles que, con fronda rumorosa, han sombreado remotos días de una infancia que creía hundida en la soledad de caminos jamás transitados por nadie. Plenos de dudas, cargados de consuelo, siempre a punto de decirme algo. Arboles visitados en meditadas, largas caminatas, frescas pascanas de descansado sueño que, de pronto, solían aborregarse en oscuras nubes,lloviendo su ansiedad y desconcierto:
¿Es que esto somos? ¿Para sólo morir hemos nacido?... ¿Para sólo morir, morimos tanto?
No fue sino hasta que leí el Tercer Diario de Arguedas (l969) que comprendí el sentido de esas presencias angelicales y recordé también haber leído, sin entender, mecido solamente por su música verbal, el soberbio Libro de la Naturaleza de Vallejo (1937):
Profesor de sollozo - he dicho a un árbol-
palo de azogue, tilo rumoreante,
a la orilla del Marne, un buen alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
entre el agua evidente y el sol falso,
su tres de copas, su caballo de oros
Rector de los capítulos del cielo,...
...
...Técnico en gritos, árbol consciente, fuerte,
fluvial, doble, solar, noble, fanático,
conocedor de rosas cardinales,......
...
...Oh profesor, de haber tanto ignorado,
oh rector, de temblar tanto en el aire,
oh técnico, de tanto que te inclinas
oh tilo! oh palo rumoroso junto al Marne!
Y ahora, de pronto, las palabras, los versos, se me abrían como sésamos encantados, y comprendía con claridad meridiana esa invocación, esa letanía propiciatoria que me llevaría al corazón del aire encerrado en la fronda, al rumor de las hojas musitando la secreta cifra del universo, al turbión de la savia circulando en los vasos, a la entraña de esa madera tibia y turgente, y recordé entonces, comprendiendo, el haiku de Ryota (1630):

vuelvo irritado,
mas luego en el jardin:
el joven sauce...
Dice Arguedas:
"El pino de ciento veinte metros de altura que está en el patio de la Casa Reisser y Curioni y que domina todos los horizontes de esta ciudad intensa...llegó a ser mi mejor amigo... A dos metros de su tronco poderoso, renegrido, se oye un ruido, el típico que brota a los pies de estos solitarios...Desde cerca, no se puede ver mucho su altura, sino sólo su majestad y oir ese ruido subterráneo... Le hablé con respeto...Oía su voz, que es la más profunda y cargada de sentido que nunca he escuchado en ninguna otra cosa ni en ninguna otra parte. Un árbol de estos, como el eucalipto de Wayqoalfa de mi pueblo, sabe de cuanto hay debajo de la tierra y en los cielos. Conoce la materia de los astros, de todos los tipos de raíces y aguas, insectos, aves y gusanos; y ese conocimiento se transmite directamente en el sonido que emite su tronco...a manera de música, de sabiduría, de consuelo, de inmortalidad. Si te alejas un poco de estos inmensos solitarios ya es su imagen la que contiene todas esas verdades...meciéndose con la lentitud que la carga del peso de su sabiduría y hermosura...le imprime...Este pino renegrido, el más alto que mis ojos han visto, me recibió con benevolencia y ternura. Derramó sobre mi cabeza feliz toda su sombra y su música...intensa y transparente de sabiduría, de amor, así, tan oníricamente penetrante, de la materia de que todos estamos hechos, y que al contacto de esta sombra se inquieta con punzante regocijo, con totalidad. Yo le hablé a ese gigante.”
De modo que esos eran los músicos, callados contrapuntos que desde antiguo amanecían a mi imaginación! Ahora lo sabía! Y si así les hablábamos... si así nos poníamos bajo su dulce amparo... ¿Qué secretas consignas, qué callada sabiduría nos entregaban en la penumbra sonorosa de sus ramas?
Arguedas, exilado en Arequipa, ajeno a sus molles y eucaliptos, frente a un pino también lejos de su colonia de coníferas. Vallejo, en insólito ostracismo sobre un afluente del Sena, bajo la sombra mansa de un blanco tilo, lejos de sus Andes maternos. Ryota, huyendo de su propia furia en la ternura de un delicado sauce recién venido ...
¿ No será, acaso, que el lenguaje de estas criaturas, lenguaje que supimos y olvidamos, es el lenguaje del desarraigo, de la desolación? Desarraigados -sin raigambre- y desolados -sin suelo- ¿no somos acaso dignos de compasión? ¿De la infinita pasión en que la sintonía con el universo nos envuelve, nos agita y arrastra?
¿Cuál otro puede ser el idioma de estos hermanos, de estos broches mayores del sonido?
Abolida la conciencia diurna que nos configura dándonos la ilusión de ser distintos, separados del ser... esfumada la ingenua posesión de una conciencia única y personal, apartada del ser social y natural en que siempre nos disolvemos como el agua en el agua... acercados a ese ser apenas sensitivo... ¿No somos acaso ese sueño, esa imprecisa madera de la que estamos hechos? ¿No somos esa infinita sed de esencia, de peso y de raíces con que tejemos nuestra ilusión de patria?
Será por eso que pide Octavio Paz, en su Piedra de sol (1964):
Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo,
y llega siempre, un caminar tranquilo...
19 de enero del 2010
atuq az-Zâlab VH