Despidan en mí a un tiempo del Perú cuyas raíces estarán siempre chupando jugo de la tierra para alimentar a los que viven en nuestra patria, en la que cualquier hombre no engrilletado y embrutecido por el egoísmo puede vivir, feliz, todas las patrias.
José María Arguedas

diciembre 05, 2009

Amigos profundos:

Dos cosas que tienen que ver con JM Arguedas:
Hoy, dic. 4, a propósito de la muerte de JMA, escuchaba en Filarmonía a Máximo Damián Huamaní. Dice que está en Lima sesenta años!!! Pero la pronunciación, la construcción de su español es deficitaria. Pensaba que si sucediera en Francia, viviría en el ostracismo absoluto (todo perdonan los franceses, menos no hablar pasablemente su idioma).
¿A qué se debe lo de Damián? Conozco a Damián. Vive en buena casa propia, en Maranga con buena pensión del Banco de Crédito, donde trabajó. Para algunos es un zamarro que ha hecho un negocio de pasar siempre como el "pobre indiecito" ¿Qué piensan?
Otra: Estuve leyendo un libro dedicado a Arguedas de un médico camarquino de apellido Castro. El libro es liquidador, vitriólico, pretendidademente desmitificador. Poco menos, dice que JMA es un impostor y un gran arribista. ¿Escucharon hablar de este libro? Este mismo médico informa que un galeno cajamarquino, cuyo nombre no recuerdo, formó parte del grupo de médicos que embalsamó a Lenin!!
Un abrazo,
Magal
* * *
Magalcha wawqiy:
Van dos reuniones de la tribu que te pierdes ¿Maypim kallasqanki?
1. Sí, he hablado con Damián. Me contó hace algún tiempo que se iba 'on simana' (sic) a N York. Se le habían perdido sus papeles 4 días antes del viaje en una borrachera ... Máximo se quedó en NY 'on mis'...
Hay de ambas cosas: 'hacerse el pobre indiecito' ('ganacia secundaria', según lacanálisis) y lo que Seguín & Zapata Agurto (Hosp. Obrero, 1965) llamaron 'síndrome psicosomático de desadaptación social'. Tarea a desarrollar.
2. Lo del médico cajacho Castro me lo informaste (prometiste fotocopia). Tanto a ti como a nosotros -por arguedianos- nos interesa el tema...y mucho.
No pertenecemos a esa grey que practica la biografía idolátrica. Creemos que si se ama a alguien, hay que aceptarlo 'tal como es', sin mediatintas ni 'borradex' para hacer kapaq-kuna de sus virtudes y qunqapa de sus defectos.
3. A propósito, luego de accidentadas disposiciones sale la versión Nº 1 de nuestro blog, inspirado en los 40 años de la muerte de Arguedas y preparando el centenario (2011).
Uqllaykim, qarimasiy
Atuq

José María Arguedas


1911. Nace el 18 de enero, en Andahuaylas (Apurímac).
1914. Huérfano de madre -Victoria Altamirano- a los 3 años. Vive en Lucanas, Puquio y Abancay.
1926. Secundaria en Ica.
1928. Secundaria en Huancayo. 17 años. Funda el periódico juvenil Amauta.
1929. Vive en Yauyos (sierra limeña).
1931. ingresa a la UNMSM. 20 años.
1932. Muere su padre, juez de paz. Del 32 al 37 trabaja en el correo postal de Lima.
1935. A los 24 años escribe la primera versión de Warma kuyay y los demás cuentos de Agua.
1936. Funda la revista sanmarquina La palabra.
1937. Va preso al Sexto (un año) por la asonada contra el embajador de la Italia facista. 26 años.
1938. Publica su recopilación Canto Kechwa (bilingüe).
1939. Profesor en Sicuani hasta 1941. Casa con Celia Bustamante. 28 años.
1940. Viaja a México.
1941. Inicia Yawar Fiesta. 30 años.
1942. Prof. en el colegio Alfonso Ugarte de Lima. Primer Congreso Interamericano de Patzcuaro (México).
1943. Prof. en el colegio Guadalupe hasta 1948.
1946. Se gradúa como etnólogo por la UNMSM. 35 años.
1947. Curador de Folklore para el ministerio de Educación hasta 1952. Recoge con Francisco Izquierdo Ríos Mitos, leyendas y cuentos peruanos.
1949. Recopila Canciones y cuentos del pueblo quechua.
1950. Dicta etnología y quechua en el Pedagógico Nacional de Varones hasta 1953.
1953. Jefe del Instituto de Estudios Etnológicos del Museo de la Cultura Peruana hasta 1963. 42 años. Cuentos mágicos-realistas y canciones de fiestas tradicionales: valle del Mantaro.
1954. Diamantes y pedernales.
1956. Bachiller en etnología con Puquio: una cultura en proceso de cambio. 46 años.
1957. Estudio etnográfico de la feria de Huancayo / Evolución de las comunidades indígenas.
1958. La UNESCO lo beca para España. Publica Yawar fiesta. 47 años. Rios profundos, novela. El arte popular religioso y la cultura mestiza.
1959. Dicta Introducción a la Etnología en la UNMSM hasta 1968.
1961. El Sexto, novela. 50 años. Cuentos mágico-religiosos de Lucanamarca.
1962. Dicta Lengua quechua en la UN Agraria hasta su muerte. Escribe Tupaq Amaru taytanchisman (a nuestro padre TA), inicio de su único poemario Katátay. Publica el relato La agonía de Rasu-ñiti.
1963. Doctorado: Estudio de dos comunidades de Castilla y El Mantaro y la ciudad de Huancayo. Director de la Casa de la Cultura hasta 1964. A cargo de la revista Cultura y pueblo.
1964. Todas la Sangres, novela. 53 años. 1965. Recopila en San Miguel de Lima el relato oral de Santos Quyutupa Qatakamari Punqup musquynin (Sueño del pongo). Inicia su relación con Sybilla Arredondo. Director del Museo Nacional de Historia hasta 1966. 55 años.
1966. Intento de suicidio. Publica su traducción del manuscrito Dávila Dioses y hombres de Huarochirí / Poesía quechua, recopilación.
1967. Casa con Sybilla. Publica Amor Mundo y todos los cuentos. 57 años.

1968. Comunidades de España y del Perú.
1969. Se suicida en la UN Agraria el 28 de nov. Muere el 2 de dic. a los 58 años.
1971. Edición póstuma de El zorro de arriba y el zorro de abajo, por Losada, Bs As.
1972. Katátay, poemario bilingüe.
1973. Cuentos olvidados / Indios, señores y mestizos / Formación de una cultura nacional indoamericana. Ediciones montevideanas de Ángel Rama.

diciembre 03, 2009

José María Arguedas, 1911 - 1969

Diciembre 2: a los 40 años de su partida nos canta
a la orilla de qué río ...





La leyenda del Tuytunki [1]
Jose María in memoriam
En las alturas de Cotabambas vivía una hermosa campesina de la que estaban enamorados muchos jóvenes, hasta los de las comunidades vecinas.

La pasña les propone una competencia de charango, para elegir al mejor. Un maqta toca una muy hermosa melodía llamada tuytunki [2] que deja prendada a la joven pasña. Lo elige para pretendiente y le propone tres pruebas para aceptarlo.

La primera era subir un cerro y encontrar el paso hacia el valle colindante. La segunda, esperar en la plaza del pueblo de ese valle la noche de luna llena y dejarse conducir por un cóndor a la tercera prueba: cruzar una extensa laguna a caballo [3] cantando y tocando el tuytunki en su charango.

Pasa las primeras pruebas sin dificultad y en pleno vuelo el cóndor le dice: "toma una de mis plumas. Cuando tengas dificultades al cruzar, escribe con la pluma [4] el nombre de tu amada. Así te salvarás de ser devorado por las aguas."

Agradece el maqta, pero cuando en pleno cruce del lago un gran remolino lo envuelve, en su afán de nadar hacia la orilla, olvida escribir el nombre de la amada con la pluma del cóndor.

Arrastrado por las aguas, llega el joven al fondo de la laguna y encuentra una aldea sumergida [5]. Para su sorpresa, el jefe de esta aldea es el padre de su amada. Se entera de que ella vive en tierra cumpliendo un castigo. El charanguista suplica al padre que le permita encontrarse con su hija. Ante la persistente negativa, decide tocar día y noche el tuytunki.

La música convence al padre. Desde entonces, en noches de luna llena, se escucha el charango en las alturas de la laguna, cada vez que los amantes se encuentran.

Wiphala [6]

Tambobambino maqtatas
Dizque a un joven tambobambino
yawar-mayu apamun.
el turbión del río lo arrastra.
Tambobambino maqtatas
Dizque a un joven tambobambino
yawar unu apamun.
el agua sangrienta lo arrastra.
Tinyachallanñas tuytuchkan [7].
Dizq' ya sólo su tamborcito está flotando
Qinachallanñas tuytuchkan.
Dizq' ya sólo su quenita está flotando.
Birretellanñas tuytuchkan.
Dizq' ya sólo su birrete está flotando.
Charangollanñas tuytuchkan.
Dizq' ya sólo su charango está flotando.

Coro:
Wifalitay, wifala/ wífala, wífala, wífala/wifalalayla wifala/wifalitay wifala!

Kuyakusqan pasñari
Y con su amada pasña
waqayllañas waqasyan *
está ya sólo llorando.
wayllukusqan pasñari
Y con su querida pasña
llakiyllañas llakisyan.
está ya sólo sufriendo.
Ponchitollanta qawaspa.
Se contempla sólo su ponchito.
charangollanta qawaspa
Se contempla sólo su charango.
Qinachallanta rikuspa
Se ve sólo su quenita
Tinyachallanta rikuspa
Se ve sólo su taborcito.

Coro:
Wifalitay, wifala / wífala, wífala, wífala / wifalalayla wifala / wifalitay wifala.

Kunturllanñas muyusyan
Dizq' ya sólo el cóndor está girando
tambobambino maskaspa (bis)
en busca del tambobambino.
Mana punis tarinchu.
Dizq' no lo encuentra
Yawar-mayus chinkachin
se pierde en el turbión del río
Mana punis tarinchu
Dizq' no lo encuentra
Yawar unus apakun
dizq' lo trae el agua de sangre.

Coro:
Wifalitay, wifala/ wífala, wífala, wífala / wifalalayla wifala / wifalitay wifala!

***
[1] Versión sobre la recopilación de Gloria Avendaño en la revista Wifala, Cuzco 1981.
[2] Tuytuy, ‘flotar, mecer’. Tuytunki, ‘flotas, te meces’.
[3] El caballo desaparece. En el Orlando furioso de Ariosto se cruza los aires sobre un caballo-águila: el hipogrifo.
[4] Interesa la ‘vigencia’ de la pluma, es decir de la escritura, reforzada por la contigüidad del emplumado cóndor. Así se refuerza la simbología del poder y la jerarquía.
[5] La aldea sumergida es recurrente y una constante de los relatos andinos (cf. Morote Best).
[6] La leyenda de Cotabambas da trasfondo a la grabación del carnaval de Tambobamba, hecha por José María Arguedas en San Miguel de Maranga por el año 1965, de cuya traducción soy responsable..
[7] El cambio del gerundio ayacuchano –chk- al cuzqueño *–sy- indica que el texto oral pertenece al límite dialectal que corresponde a Andahuaylas.

Atuq



diciembre 02, 2009

El pulmón de Susan

RACISMO FEED- BACK
(REVERBERANTE)

“El que la debe no la teme”, es una de las frases que más miedo provoca en el país, por contradictoria. No bien la pronuncia alguien que está potencialmente en dificultades con la justicia e inmediatamente el sujeto en mención desaparece de la escena del crimen y del escenario nacional, tragado por el tiempo, la impunidad, la falta de memoria del colectivo o por un nuevo delito, generalmente más punible.

“El que la debe no la teme”, dijo la señorita Susan Hoefken, peruana del Perú y dio la cara para aclarar el caso del robo del pulmón de la muestra El cuerpo humano: real y fascinante, que ella había denunciado; aunque, seamos precisos, después de muchos días y a regañadientes. Se tomó tantos días la señorita Hoefken en aceptar ponerse la camisa de once varas -que ella misma había confeccionado al denunciar algo que sólo ella cree- que muchos pensaban que se había fugado. Aparecido el pulmón robado, el orgullo nacional mancillado respiró aliviado.

La primera parte del affaire (el robo, la denuncia, la recompensa, la reaparición extraña del órgano, el escándalo nacional e internacional por la naturaleza del delito y la denuncia que pende sobre ella por calumnia y falsedad genérica en contra del Estado nada menos, etc.), ya fue. Otros escándalos y escandalosos, que esperaban turno, están haciendo ahora uso de su cuarto de hora de fama. Pero, el caso del pulmón robado que no fue robado, pero que si fue robado según la señorita Hoefken, frágil y respingada, treja y dueña de sí misma, promete.

Ella ha declarado, alegando su inocencia al salir de una impensada comisaría de Monterrico (sí, en Monterrico), que todos están equivocados, que los que tienen la razón no la tienen, que las evidencias que la sindican de mendaz son “invidencias” y que toda esta confabulación nacional le sucede, en conclusión, sólo por ser “blanquita”.

Los que la defienden (los hay), sostienen que el robo del pulmón existió y que, además, por esa cosa llamada “justicia divina”, el órgano robado fue devuelto a las pocas horas y sin haberse pagado recompensa alguna. Todo gracias a quién, pues a miss Susan, que tuvo el valor de denunciar sin aliento el robo de tan importante pieza, insistiendo en el hecho inclusive hoy, cuando las investigaciones dicen lo contrario.

Sus detractores en cambio (que son muchos), no le creen y sólo esperan que, en su momento, se la juzgue y condene. De esa manera, el orgullo y la reconocida honradez nacional -mancillados en todas las latitudes por una nívea y grácil señorita- quedarán finalmente reparados.

Pero, magnánimos y en las puertas del triunfo de la justicia -no obstante el apellido complicado de miss Susan- y, gracias a la contundencia de las pruebas, algunos detractores sostienen que la primeriza cometió una serie de errores, todo en aras de salvar su trabajo.
A saber: como todo lo que sube baja, según el maestro Newton (pero no para los agiotistas y usureros que venden gasolina, euros o comestibles en los mercados de abastos) pasadas la fiestas patrias y gastadas todas las divisas de la gratificación, se acabó la diversión y las gentes se fueron a sus casas. En un error de cálculo, por llamarlo de alguna manera, Susan Hoefken pensó que con el escándalo del “robo” del pulmón la gente curiosa volvería a sus boleterías cual bandada de palomas. Sin embargo, en la lógica elemental del mercado, la gente que ya aprendió tiende a exigir “más por menos”. Es decir: ya no tengo ‘grati’, las entradas cuestan igual y además hay una pieza menos por ver (o sea, el malhadado pulmón); me sobran razones para no ir; mejor veo por la televisión en que termina este caso y, encima, me sale gratis.

No obstante las condiciones objetivas para que el “robo” fuera creíble, la señorita Hoefken cometió otro error. De nuevo, a saber: el centro comercial Jockey Plaza es el punto de peregrinación obligado de la feligresía limeña y hoy se ha convertido en la Feria del Hogar de la época, donde miles de personas recorren medio Lima para ver comer y comprar a otros. En medio de esa batahola, Hoefken quizá calculó que decenas de pícaros calificaban para querer llevarse algún “recuerdo” de la muestra y así cubrir su farsa y latrocinio. Pero alguien se olvidó de poner en su lugar la cámara de seguridad volteada extrañamente (insinuándose, además, que el personal de limpieza, sería en este caso responsable. Es decir, la soga se rompería por la parte más débil), y por consiguiente no pudo grabar el “robo”, que ella denunció dramáticamente después a los cuatro vientos, como si de nuevo se hubieran robado el tumi, el cuchillo de oro ceremonial de nuestros antepasados.

El pulmón de marras, en la práctica, no tiene ningún valor quirúrgico para ser trasplantado, ni para ser preparado en los comedores ambulantes -con el humilde nombre de “bofe”- como “chanfainita”; pero su supuesto robo y denuncia, que dio la vuelta al mundo, hirió el orgullo nacional.

Las pruebas señalan que nunca hubo robo, que el pulmón nunca respiró otros aires limeños que no fueran los acondicionados de la muestra. Y tanto fue el fiasco del supuesto robo que la empresa del moderno circo de los horrores se fue sin despedirse y dejó sola, solita, sola, a Susan.

Vistas las cosas, Hoefken entiende que no tiene a nadie que la defienda y tratando de esclarecer las cosas las oscurece más; sobre todo cuando dice que “tranquilamente, armado el escándalo, hubiera enterrado el pulmón o se lo hubiera dado a comer a su perro”, muy suelta de huesos, demostrando que tiene la idea de que sin pruebas, no hay delito. Sólo que a veces nos confiamos y no sabemos calcular las consecuencias.

Con el tiempo, quizá, le devolverán la fuerte caución que le han pedido. Si la condenan, no irá a la cárcel; sólo estará prohibida de dejarse ver en playas y discotecas donde no van los que calificaban de potenciales ladrones de pulmones que de alguna manera quiso incriminar o aquellos envidiosos que la acusan "sólo por ser blanquita”.

La soberbia, dirán unos; la carencia de escrúpulos disfrazada de autosuficiencia, pensarán otros, aventuró a Susan Hoefken quizá a correr con ese riesgo que -por sus aires de princesa perturbada- parece que para ella sólo fue un ardid publicitario más que no resultó.



Si sólo hubiera esperado a que lleguen los pishtacos...






Shullka