Despidan en mí a un tiempo del Perú cuyas raíces estarán siempre chupando jugo de la tierra para alimentar a los que viven en nuestra patria, en la que cualquier hombre no engrilletado y embrutecido por el egoísmo puede vivir, feliz, todas las patrias.
José María Arguedas

noviembre 14, 2009

Editorial

Hoy, 14 de noviembre del 2009, nos hemos reunido en casa de Azul y Letra Muerta: más de 40 años de amistad, algunos incorporados recientemente. Hoy fuimos 14. Conversamos -como siempre- de todo y de nada. Nos agrada, por unas horas, reirnos de nosotros mismos. Burlarnos con crueldad de los exitosos y también de los fracasados (si existe acaso una auténtica medida para el éxito y la derrota en este absurdo mundo). Hay entre nosotros una comunión de íntima amistad y ciertamente honda preocupación por nuestro entorno social y cultural.

Nos duele que en el Perú nos encontremos tan enfrentados y fragmentados. Y como estamos (por nuestra edad) en la línea que se acerca a ese hermoso e inevitable acontecimiento que es la muerte creemos que es el tiempo de las síntesis.



Quintucha propuso un círculo de estudios para celebrar el centenario de José María Arguedas. Adelantó que el toro cerámico de Pucara es una clara metáfora de vida del escritor. Tuñalí propuso hacerlo -no importa la numerología de las celebraciones- con Vallejo.



Mangache propuso el primer tema arguediano: la diferencia entre el indio de comunidad y el siervo de hacienda. Y un segundo tema: JMA como segundo Garcilaso de la Vega. Ambos nos fundaron una idea de nación.

Burul saltaba de su asiento cada vez que tomábamos la palabra: "a qué nos conduce todo esto", "hay que concretar", "hay que llegar al hombre simple que quizás no entienda las exquisitices de nuestro trabajo de gabinete y torre de marfil". En falsete, Crogmanon, escéptico, brindaba.

Ante el pedido de concreción de Burul, preguntó Tuñalí si lo que proponía era tomar las armas.

A esto vino la primera apostilla de Namora:

-Sí, tomar las armas, que en el siglo XXI no son de plomo ni acero, sino las ideas con las cuales se administra la adquisición y dominio de un territorio, geográfico o virtual. Propuso el estudio de los nueve capítulos del Arte de la guerra de Tsun Tzu.


Mangache explicaba el rechazo de Garcilaso a la denominación 'despectiva' de cholo (Garcilaso reinvindica para sí la palabra mestizo, a dos aguas entre la república de españoles y la república de indios). Recordó un diálogo entre JMA y don Héctor Martínez:
-"Así como tú quiero ser: indio..."-

La segunda apostilla de Namora fue a ésta intervención de Mangache. Refirió la respuesta dada a Alejandro Ortiz Rescanieri -al verificar las fuentes orales de su libro primigenio de Adaneva a Incarrí (Retablo de papel, 1971)- por el campesino Reyes: 'ésto es así porque soy descendiente del inca-rey, yo me llamo Reyes, ñuqa indio puro kani, carago.'

(La respuesta de Reyes es 'mestiza': si la pureza india existe, ésta se está callada, siendo secuestrada su voz por voceros de diversas intenciones).


Tuñalí observó sorprendido que sus estudios de la negritud de muchos años se yuxtaponían sin violencia a los de Quintucha. Pensar al esclavo amarrado sobre el toro, en vez del cóndor del yawar-fiesta arguediano lo hace decir: ¿qué significa montar amarrado a un toro? (vid. grabado goyesco del zambo 'indio' Zevallos; cf. 'Fraicico amarrado sobre el toro', en Babá Ossaím cimarrón, ora por la santa muerta, de Cronwell Jara).

A esto Namora apostilló por tercera vez, mencionando la síntesis de Gerardo Quiroz hecha en el XVI Congreso del Hombre y la Cultura Andina y Amazónica:

-estudiemos a dos culturas andinas que tuvieron éxito frente al fracaso de una tercera: la confederación Chimú, con el mero dominio cisandino de su territorio. La Wari y la Inca manejaron con éxito las vertientes pacífica y atlántica -cisandina, interandina, trasandina- de su territorio: estaban 'montadas' literalmente sobre los lomos de los Andes.
Quizás, entender este 'montar', aún con sobresaltos, sobre lo nuevo sea la metáfora mejor de nuestra historia. Recordemos el caballo de cerámica negra (chimú-transición) de Chongoyape (colección Elvira Luza): la dentadura y los ojos humanos, agresiva actitud de embiste apoyado sólo en los cuartos traseros, llevando en los lomos un minúsculo y desproporcionado hombrecillo de cabeza-cuchimilco que con clara expresión de susto cabalga pertinaz sobre la 'nueva máquina de guerra' en un intento de dominio.

¡Cinco siglos a lomos de un territorio siempre nuevo y de una historia que se nos escapa y nos mueve el suelo!
Nos dimos cuenta de que estábamos tratando temas muy antiguos que hoy se manifiestan en un racismo contenido y también agresivamente expreso. Burul insinuó que acaso somos unos snobistas que nos montamos en discusiones de moda. Quizás debamos estudiar los orígenes para recién entendernos.
Empezaremos por el principio: ñawpa pachapi... (en tiempos antiguos...).

Buscaremos esa síntesis en Garcilaso, en Mariátegui, en Vallejo, en Arguedas, en Basadre... en todos los pensadores que no han honrado con sus ideas. Sin embargo, también buscaremos esa médula en el latido del pueblo. Y como dijo alguna vez una de nuestras hijas, para decir la verdad hace falta mucho valor, pero también hace falta mucho valor para escucharla.
En ese intento estamos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este blog ´promete ser de la rempamplíngulis-martigana!!!
Ya era hora... de poner el cascabel al gato!!!